viernes, 3 de abril de 2009

Un billón de dólares contra la crisis

ÍÑIGO GURRUCHAGA CORRESPONSAL. LONDRES/ La Verdad
Los países del G-20 aprueban una nueva inyección de capital para reactivar la economía y la creación de una agencia de regulación
El FMI regresa al centro del sistema financiero mundial
«Éste es el día en el que el mundo se unió para luchar contra la recesión global; no mediante meras palabras, sino con un plan para la recuperación global y la reforma y con un claro calendario para su implantación». El primer ministro británico, Gordon Brown, resumió así, poco antes de la media tarde, el resultado de la cumbre internacional más esperada desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Los líderes del G-20, el selecto club que representa el 85% de la economía planetaria y a dos tercios de la población, decidieron devolver al Fondo Monetario Internacional (FMI) al centro de la escena internacional, inyectar más de un billón de dólares extra -817.000 millones de euros- para luchar contra la mayor crisis desde el crack de 1929 y, además, crear una superagencia de regulación a la vista de que la falta de control de los mercados ha conducido a un desastre económico de proporciones incalculables.
Al cabo del encuentro, celebrado en el complejo londinese ExCel entre extraordinarias medidas de seguridad, todos los líderes mundiales se esforzaron en subrayar la unidad alcanzada y en restar importancia a los evidentes puntos de vista entre los partidarios de más estímulos -Estados Unidos y Reino Unido- y los defensores de más control -Europa, con Francia y Alemania a la cabeza-. El consenso se aventuraba difícil cuando en las horas previas el presidente galo, Nicolas Sarkozy, y la canciller germana, Angela Merkel, habían dejado claro que no estaban dispuestos a estampar su firma en un acuerdo sin contenido, de simple compromiso.
«Creo que lo que hemos hecho está OK», se felicitó Barack Obama, la gran estrella del encuentro en su primera visita a Europa. El presidente norteamericano, con aire agotado y ocasionalmente atacado por la tos, enfatizó el valor de que se hubieran puesto de acuerdo «países que hasta hace poco eran adversarios y, en algunos casos, enemigos mortales»; un extremo también resaltado por el jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, persuadido de que la convergencia habría sido imposible cuando el mundo estaba dividido en bloques ideológicos y económicos. Sarkozy, el protagonista en las horas previas al cónclave, cuando representó una pequeña farsa política al amenazar con su abandono si no se acordaban las medidas necesarias, zanjó la polémica con una frase dirigida a hacer historia. Se ha ido «más allá de lo que podía imaginarse», hasta pactar una reforma financiera «profunda» y la más importante «desde los acuerdos de Breton Woods de 1945», la localidad de New Hampshire -EE UU- donde se pusieron las bases de las relaciones financieras y comerciales que ahora han saltado por los aires. El inquilino del Eliseo tuvo incluso el detalle de resaltar que los países anglosajones se hayan sentado con otros para acordar las reglas de un capitalismo más moral.
La tan aplaudida convergencia, urdida durante las últimas semanas, se plasmó en un documento final de poco más de cinco folios en el que los firmantes, que se reunirán de nuevo en septiembre en Nueva York -hay voces discrepantes, como la de Sarkozy, por la poca movilidad de un organismo tan grande-, resaltan que se está aplicando el mayor paquete económico de la historia para amortiguar el impacto de la crisis; se comprometen a contribuir con otro billón de dólares; y, sobre todo, marcan el camino a seguir para hacer a la vez más transparente y más conservador en la gestión de riesgos el sistema financiero internacional, cuya falta de regulación ha sido señalado por todos, en mayor o menor medida, como el verdadero culpable de la crisis, la peor en 70 años.
En este contexto, para el máximo responsable del FMI, Dominique Strauss-Khan, la conclusión de la cumbre era inevitable. «Les dije en octubre que esta crisis devolvería al FMI al centro de la escena internacional. Tras esta cumbre lo puedo confirmar, el FMI ha regresado». La explicación de su contento es que el G-20 decidió triplicar, hasta 750.000 millones de dólares en dos fases, los fondos disponibles en el FMI para ayudar a países que están teniendo problemas financieros. De forma paraleka, autorizó un aumento de la asignación de la divisa del FMI en 250.000 millones y ofrecer garantías para nuevos préstamos por otros 100.000,de tal modo que haya 250.000 disponibles para la financiación del comercio internacional a través del Banco Mundial y de los Bancos Multilaterales de Desarrollo.
El FMI se encuentra también en el centro de uno de los principales acuerdos de la cumbre, la fundación del Comité de Estabilidad Financiera, una especie de gendarme mundial que incluye la consideración de provisiones anticíclicos de los bancos, la regulación internacional de incentivos y bonificaciones de los directivos y la incorporación del sector bancario en la sombra.
Tarea de alerta
Al FMI se le encomienda también, en colaboración con el Consejo de Estabilidad Financiera, la tarea de alertar a los países sobre riesgos de estabilidad financiera, la de supervisar la correcta aplicación de los estímulos fiscales por los países que ya han comprometido unos 5 billones de dólares de estímulos fiscales para el final de 2010 y el plan de acción general decidido este jueves se enmarca en la predicción del FMI de recuperación del crecimiento económico, un 2%, en el final de 2010.
El papel del FMI se corresponde posiblemente con el diseñado hace sesenta años como para el Fondo. Las circunstancias de hoy parecen diferentes. El comunicado del G20 describe en las circunstancias de hoy un programa de intervención internacional para evitar que economías en desarrollo afectadas por la grave crisis económica que evite suspensiones de pagos y quiebras en estados de la periferia, que puedan acelerar en el corto plazo la inestabilidad de la economía mundial.
Diseña después un programa de reforma que ofrece un nuevo horizonte de regulación financiera. Pero en el avance de esa regulación se han expresado ya las diferencias y se repetirán en el futuro. El G-20 avanzó, por ejemplo, con respecto a su declaración de Washington, en la redacción de su condena de los paraísos fiscales que no acuerdan el intercambio de información con otros países.

No hay comentarios: